Tras varios turnos de incertidumbre por fin llegan los refuerzos cartagineses. A partir del final del turno 2 se tiraba 1D6. Con un resultado de 6 aparecían al comienzo del turno siguiente. A partir del turno 3 el resultado era de 5 ó 6, el 4 los resultados 4, 5 ó 6 y así sucesivamente. Aquí hacen aparición por el flanco derecho cartaginés. Una vez aparecían se le permitía a los jugadores cartagineses decidir el flanco para darle incertidumbre y no poder preparar contramedidas a su entrada.
Turno 7
Con la llegada de los refuerzos la presión estaba en el lado griego ahora, que tenía que deshacerse del ejército enemigo que tenía delante y, tan pronto como fuera posible, girarse para enfrentarse a la nueva amenaza.
Los refuerzos cartagineses entran a toda velocidad con una columna compuesta por caballería ligera, caballería pesada e infantería pesada con un poco de apoyo de infantería ligera. Los griegos han tenido que mover en primer lugar al ganar los cartagineses la iniciativa y forzarles al movimiento, lo que hará que tengan aún menos capacidad para reaccionar al movimiento enemigo.
Turno 8
El disparo de las caballerías ligeras púnicas y sus hostigadores hace mella en la caballería siracusana del flanco izquierdo, que resulta dañada. Los griegos ganan la iniciativa y deciden mover primero para intentar contrarrestar el avance enemigo. Colocan la caballería del flanco izquierdo en posición
para retrasar la llegada de refuerzos, mientras que la otra unidad de caballería da la vuelta para intentar proteger la retaguardia. Los arqueros y honderos se colocan en posición para disparar a la caballería que se aproxima. La falange siracusana se desgaja de su división y se lanza a por la caballería para ocupar los altos y luego enfrentarse a la nueva amenaza.
El combate comienza sonriendo a los griegos, que desbandan la primera unidad de celtas en el flanco derecho griego, mientras que la otra unidad aguanta por poco, aunque ya muy dañada. En el centro Amílcar y Agathocles deciden jugarse el todo por el todo y se lanzan ambos al combate. Agathocles se une a sus tropas de élite, a los mercenarios griegos con los que comenzó su aventura para llegar a convertirse en tirano de Siracusa. No le defraudan e infligen severas pérdidas en sus rivales que, unidas al buen hacer del resto de la línea griega, rompen no una, sino dos unidades griegas, muriendo en el propio combate el general cartaginés. El resultado de este combate es que todas las tropas púnicas del campamento se desbandan.
Mejores noticias llegan del flanco derecho cartaginés, donde los refuerzos ya están en posición y el combate entre las unidades de caballería les sigue resultando ventajoso.
Turno 9
Los cartagineses ganan la opción de iniciativa y deciden lanzar al combate todas sus tropas, jugándose el todo por el todo, llevando a combatir hasta la caballería ligera. En el flanco izquierdo griego alcanzan por poco a la falange griega en el flanco, mientras que la caballería ligera alcanza un flanco de la falange y la caballería pesada su retaguardia. Incluso los mercenarios con Agathocles a la cabeza reciben la carga de la caballería ligera.
Los griegos responden pero no es suficiente. Aunque mueven tanto la caballería griega del flanco derecho como los mercenarios celtas y samnitas, no es suficiente para llevarles al centro de la acción.
El combate es clave para la resolución de la batalla. En el flanco izquierdo griego la caballería griega, que estaba desordenada, pierde su tercer punto de combate y huye. El siguiente combate entre la falange de leva siracusana y la falange libia es desequilibrado, al ser un ataque por el flanco (y lo es por el ataque de la unidad que está más hacia la retaguardia, pero no la primera de las unidades, que se calificaría como ataque frontal según las normas). La falange libia desbanda con facilidad a los hoplitas siracusanos, que huyen. En su huida pasan a través de sus compatriotas, con la mala suerte de obtener un 1, único resultado con el que se desbandaban también. De golpe han muerto tres unidades griegas.
El siguiente combate es la carga contra la retaguardia de la falange siracusana en el centro del despliegue. Se trata de otro combate sencillo y con superar a su enemigo la unidad sería desbandada, lo cual logran los mercenarios etruscos a caballo. El último combate, aunque no era necesario, se salga también favorablemente para los púnicos.
Con cinco unidades desbandadas el ejército de Agathocles llega a su punto de ruptura y huye. Aquí se marcan los puntos recibidos por cada una de las unidades.
Y aquí podemos ver cómo queda el campo una vez eliminadas las unidades destruidas.
La batalla del río Himera se salda con una victoria cartaginesa, pero obtenida a un muy alto precio y la pérdida de un gran general, Amílcar, hijo de Gisgo.
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